Comunismo y fascismo: las dos caras de la misma moneda
Desde hace mucho tiempo existe una moneda con sus dos caras: en una cara está el comunismo y en la otra el fascismo.
Comunismo es
igual a fascismo y fascismo es igual a comunismo, porque los extremos se tocan,
van juntos.
Pero hay
muchos, muchos, empeñados en ver por un solo ojo y que los demás participemos
por las buenas o por las malas de su única visión.
Aquí tienen un
buen ejemplo de ello, y donde se escribe fascismo bien se podría haber escrito
comunismo: casan perfectamente, y se quiera ver o no, son las dos caras de la
misma moneda:
“Los rasgos del
fascismo
El fascismo es una ideología, un movimiento y una estructura política
-económica en la que el poder del estado se fusiona con el de las
corporaciones, fundando un régimen cleptocrático y
corrupto, cuyos elementos son:
1. La privatización del sector público.
2. La creación de un Estado fuerte y centralizado.
3. La eliminación de los partidos y asociaciones progresistas, los
sindicatos de trabajadores, y el rechazo a los fundamentos
de la democracia.
4. El totalitarismo. El afán de controlar no sólo la vida pública
sino las mentes y los pensamientos. Los ciudadanos además de obedecer las
reglas de juego como en una dictadura, debe pensar como los mandatarios para no
ser considerados una amenaza. De allí, la necesidad de un partido poderoso
capaz de crear el pensamiento único y reclutar a individuos.
5. Nacionalismo exacerbado: exaltar las virtudes de la
comunidad, que siempre son superior a las de otras.
6. La militarización de la vida civil.
7. Lanzar guerra de conquista, en la que la exaltación a la muerte y el
martirio tiene un especial lugar, como la consigna falange de la
“¡Viva la muerte!”
8. La primacía de los supuestos intereses colectivos sobre los derechos
individuales.
9. Promover el apoyo de grandes masas. Al contrario de las dictaduras que se
mantienen con el respaldo de reducidos grupos de élite, los fascismos crean una amplia base social.
10. El culto al líder-salvador, carismático, autoritario y
narcisista, quien masculiniza el poder (¡mas de los que suele ser!), padece una
acentuada mirada misoginia, y siendo buen orador es capaz de inyectar emoción y
frenesí patriótico o religioso en las masas, incitándolas a eliminar las
imaginarias “amenazas”. El vocabulario usado recurre a los bajos instintos
donde se alojan el miedo y el egoísmo, nublando sus conciencias.
11. Apología de un pasado glorioso, que nunca
existió.
12. Enaltecimiento de la violencia en la política. Contar con una organización de matones y paramilitares para difundir en
terror.
13. Bendecir la ignorancia y desautorizar a los intelectuales y científicos.
14. Lanzar un discurso de odio, a veces racista, que
requiere un chivo expiatorio que puede ser el comunismo, los inmigrantes, un
grupo étnico o religioso.
15. Contar con un libro doctrinal, propio o de referencia: un Mein Kampf o un texto mítico-religioso.
16. También juegan un importante papel la escenificación, rituales colectivos,
la liturgia militar, modos de vestir, barba, bigote y peinado, etc.”:
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