¿Recuerdan...? 17 de junio del 2015: "El Diablo quiere destruir España"
"El Diablo quiere destruir España.
El Diablo sabe lo que ha hecho España a lo largo de
su Historia: la evangelización de América, el papel de España durante la
Contrarreforma, la persecución religiosa de los años treinta del pasado siglo.
Tenga confianza.
Los enemigos de Dios y de la Iglesia hacen mucho
ruido, están muy presentes en los medios, pero sin salir en los medios hay
mucha gente que reza y esa oración es muy poderosa.
Las armas con las que habrá que derrotar al Diablo y
no va a conseguir destruir España:
La primera la humildad.
La segunda la oración.
La tercera el sufrimiento.
Y devoción a la Santísima Virgen.
Tenga confianza, en el momento oportuno el Señor
actuará y el Diablo no lo conseguirá".
Eso lo dijo este señor:
https://lossegadoresdelfindelmundo.blogspot.com/2013/02/si-el-papa-huye.html
Y se lo dijo a un señor que era Ministro del
Interior, el mismo al que la policía le grabó en su mismo despacho sin que se
enterase.
Después de esos antecedentes de los demás debo
escribir, que mi individualismo no me permite pertenecer a ningún sector o
secta de dentro o fuera de la Iglesia católica, ni a ningún partido político,
porque Dios nos quiere enteros no partidos.
Sé que a muchos les hace gracia el escribir sobre
Satán, Satanás, Demonio, Diablo, o Lucifer que resulta más estético y poético.
Pues solo unas pocas líneas para no perder más tiempo.
En cierta ocasión un conocidísimo
"exorcista" estaba conversando con un cardenal y el monseñor le
soltó: "Los dos sabemos que Satanás
no existe”.
Lo de "exorcista" entre comillas es porque
esos señores se tiran horas, días, meses y años para expulsar al demonio del
pobre poseso, porque aplican el manual llamado Ritual. El Señor no aplicaba
ningún manual ni ritual sino su Poder que se realizaba al momento, poder que
dio a sus discípulos y que poco a poco va perdiendo su fuerza.
Sin dar datos, solo dos casos de verdadera posesión.
Hace años en España un sacerdote jesuita hizo un
exorcismo a una niña de “entre once o doce años”. La niña “que apenas
sabía leer y escribir” hablaba un corto español con acento de su tierra. El
sacerdote mantenía con la niña conversaciones de “más de un cuarto de hora” en
griego, latín, francés… “conversaciones completas y complicadas, nada de
frases sueltas sin importancia, con la particularidad de que algunos idiomas
los conocía mejor que yo, como, por ejemplo, el inglés”.
Y atención saltadores de longitud: un día
en la capilla del colegio, la niña “salió volando por los aires en posición
horizontal, a una altura de metro y medio del suelo” hasta “chocar
violentamente contra el altar mayor: había pasado volando los 20 metros de
longitud que tenía la capilla”.
El jesuita español quiso consultar el caso con un colega
francés que tenía la experiencia de trece años de exorcista y había tratado
cerca de veinte mil casos; pero que según él solo en cinco o seis casos se daba
una auténtica posesión diabólica.
Total, que el jesuita español se fue a París. Una
tarde, el sacerdote jesuita francés invitó a su colega español a que le
acompañase a una sesión “para ver un caso que estaba tratando”. El
caso era el de una joven de unos dieciocho años de familia de gran categoría
social. Los dos jesuitas pasaron a un enorme salón con grandes columnas donde
estaba esperando la muchacha. La joven estaba tranquila hasta que el sacerdote
francés comenzó a hablarla del Señor y la Virgen María: “De repente, con
irreprimible furor, la posesa empezó a subirse por la pared, como si anduviese
por el suelo. Llegó a lo alto del techo, que cruzó andando cabeza abajo, para
descender por la columna que había en medio del salón, dio la vuelta a la
columna y la volvió a subir por el otro lado, al fin, a la pared y bajar al
suelo; entonces se dirigió a su silla y se sentó en ella ostensiblemente
cansada, pero sin decir ni una sola palabra”.
Y para que vean cómo hilaba de fino el sacerdote
francés, pidió a la muchacha “que se quitara los zapatos y los examinamos
para ver si tenía imanes o algo similar”. Finalizada la sesión los dos
sacerdotes jesuitas se fueron a casa en coche, y en un momento dado el francés
le soltó al español: “Creo que es un caso auténtico de posesión demoníaca,
pero aún no estoy satisfecho con esa demostración; necesito muchas más
pruebas”.
Por si faltaba algo, resulta que el Mentiroso y el
del Mandil han vendido su alma a Lucifer a cambio de Poder. ¿De poder qué…?
Pues por ejemplo, ganar la próxima elecciones generales por mayoría absoluta, y
venga avión para ir a mear, y venga televisados pasillos con palmeros y una de
caviar para tirar hasta la agenda 2030, o puestos a pedir el 2050. Y
eso es posible porque unos son muy malos, otros muy tontos, y otros ni lo saben
ni les importa… pero eso será otro tema.
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